Si eres cuidador y tienes estos síntomas, necesitas ayuda para continuar con los cuidados de tu familiar:
- Sensación de melancolía, irritabilidad, desesperanza e indefensión.
- Consumo excesivo de pastillas para dormir u otros medicamentos.
- Propensión a sufrir pequeños accidentes.
- Querer hacer daño a sí mismo o la persona que está cuidando.
- Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol o tabaco.
- Cambios en el apetito, el peso o ambos.
- Molestias digestivas, palpitaciones, temblor de manos.
- Propensión a sufrir pequeños accidentes.
- Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.
- Cambios en los patrones de sueño.
- Agotamiento emocional y físico.
- Enfermarse más a menudo.
- Aislamiento de los amigos, la familia.
- Problemas de memoria y dificultad para concentrarse.